Si para algo sirven los Juegos Olímpicos, además de ver podiums y lágrimas de felicidad, es para conocer las historias detrás de cada deportista. No son invencibles, millonarios o han llegado a lo más alto por arte de magia. Shang Chunsong es una muestra de ello, la responsabilidad que carga a sus espaldas es más que una mera ambición de metal olímpico.
La vimos llorar en la final femenina de gimnasia artística, detrás de esa emoción se esconde una verdadera tragedia. Nacida en la zona más pobre de China y con sus padres dedicados a la construcción, las esperanzas de la familia recayeron en Shang y su carrera deportiva. Su hermano, seis años mayor que ella, perdió la visión años atrás cuando la familia no tuvo el dinero suficiente para pagarle el tratamiento necesario.
Tiene 20 años y no aparenta más de quince debido a la malnutrición que sufrió de pequeña pero, a pesar de su imagen de aniñada y extremadamente delgada, Shang es un portento de la gimnasia con más fuerza de la que muchos desearíamos tener.
Algunos medios la han apodado la gimnasta lazarillo, ya que guiaba a su hermano cuando juntos acudían al colegio a diario atravesando un camino de montaña. Cuando la seleccionaron para entrenar en el gimnasio de Yongshun y la familia tuvo que hacer frente a gastos económicos para financiar la carrera de su hija, fue el hermano quien dejó la escuela para costearle los entrenamientos con un trabajo como masajista. Cobran mayor sentido ahora esas lágrimas de la final al verse cuarta, a tan poco de la medalla olímpica que podría ayudar tanto a su familia.
Historias como la suya nos muestran que los deportistas no sólo se curten en un gimnasio, entrenando ocho horas, llevando una dieta equilibrada y manteniendo los nervios a raya el día de la competición. Shang Chunsong no consiguió el bronce, pero nos ha tocado el corazón con las difíciles circunstancias que le han tocado vivir y que, a pesar de su aspecto frágil, ha ido superando hasta los juegos de Río 2016.
Biles consiguió el oro, Raisman la plata y Mustafina el bronce, pero los valores que nos ha transmitido Shang con su historia van más allá de una medalla y cinco minutos sobre un podium. Para ella la gloria olímpica no era más que un medio para vivir y devolver la ayuda a su hermano; esperemos que el futuro le ponga en el camino tantas cosas buenas como obstáculos ha tenido que superar.
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